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jueves, 26 de noviembre de 2009

Elogio del metrónomo

A nuestro querido amigo metrónomo, cuya pulsación cual corazón nos puede tranquilizar como el sonido del mar. Cuando eres joven, te ayudará a no tener prisa, medir los silencios, y establecer claramente las duraciones de las notas. Más adelante, nos ayudará a aumentar la velocidad de los pasajes musicales, proporcionalmente, siempre con la proporción justa, que hará que los movimientos que aprendemos formen una coreografía rítmica y musical. Y más adelante, a establecer claramente los tempos de los movimientos, que fácilmente se tiende a asimilar a sus vecinos, además de variar con nuestro estado de ánimo. Incluso, aunque se dice que no sabe música, nos puede valer para controlar la cantidad de rubato que se aplica a un fraseo, sin afectar al tempo básico, cual hojas de arbol que se mueven sin afectar a la estabilidad del tronco. A partir de aquí ya podemos soltarnos de su mano con una buena base para empezar con la magia del factor humano.